Muchos hermanos cristianos viven aburridos hoy en día de la vida, porque no han logrado comprender que en Dios vivimos un “capítulo nuevo”, un nuevo comienzo como dice la palabra:
“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, nueva criatura es”. 2 Corintios 5:17. Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo. En Cristo nada es aburrido, siempre hay cosas nuevas y poderosas por descubrir y vivir, siempre hay vino nuevo para odres nuevos, todas las mañanas estrenamos misericordia.
No repitas capítulos amargos de tu vida pasada, no te aburras la vida con lo viejo e inservible.
Mas bien, llénate de la presencia de Dios y visualiza un futuro y final feliz por siempre en Jesús, que es el terminar de una vida en las manos de Dios.
“Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad”. Lamentaciones 3:22-23.
¿Qué es el perdón?
El perdón es dejar de lado aquellos pensamientos que nos causaron dolor, es una expresión de amor, es la liberación de ataduras que amargan el alma y enferman el cuerpo,
se basa en la aceptación de lo que pasó.
La falta de perdón te ata a la otra persona desde el resentimiento, te encadena.
El rencor es el veneno más destructivo del espíritu, pues neutraliza los recursos emocionales que tenemos los seres humanos.
La declaración del perdón es la clave para liberarte, perdona para que puedas ser perdonado.
Ningún tipo de venganza o retribución podrá subsanar los momentos de dolor, de desolación que tuvimos.
El perdón es para ti, no esperes a que tu agresor cambie, puede incluso que empeore su actitud.
Perdonémonos a nosotros mismos
Al perdonarnos nosotros mismos, descubrirás que defendiste mentiras, que te engañaste a ti mismo y que sufriste por tonterías; no te culparás por ello, pero tampoco permitirás que los errores se repitan.
Cuando perdonamos desde el corazón logramos ver los hechos tal y como fueron, y esto nos permitirá decidir si los dejamos ir y dejarlos en el ayer.
Inicia un nuevo capítulo en tu vida, pero antes debes perdonar a todo lo que te ha causado daño, e incluso a perdonarte a ti mismo.
No esperemos a que el otro reconozca su error, seguimos esperando que el otro pague el precio por lo que hizo, seguimos anclados en el problema, en el ayer, esperando que nos paguen por nuestro dolor.
Si es así, el control de nuestra vida lo tendrá el ego y este quiere a toda costa castigar o cobrar al agresor, no existe nada ni nadie que pueda reparar el pasado, el pasado no tiene cómo ser cambiado.
¿Con quién estás resentido? ¿A quién no puedes perdonar? ¿Eres perfecto, por eso no puedes perdonar?
“Bienaventurado aquél cuyas transgresiones han sido perdonadas, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Dios no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño”. Salmo 32:1-2.
“Yo, Yo soy el que borro tus rebeliones por amor de Mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”. Isaías 43:25.
“Es posible para Dios mirarnos sin ver nuestros pecados porque cuando nos perdonó, Él hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones tan lejos como está el oriente del occidente”. Salmo 103:12.